Un breve vistazo. [Libre]

Estaba exhausta del viaje. Pero ya que la directora me había asignado el puesto decidí no retirarme de la instalación aún. Recorrí lo que me permitieron las guardias advirtiendome que no era bueno andar sin compañía por los pasillos y que ni se me ocurriera traspasar los limites del patio. Fue lo único que pude observar.
Metí las manos en los bolsillos encaminándome hacía el amplió lugar de cemento. Iba con el fin de familiarizarme con el lugar y examinar lo que me era posible.
Algo triste a la vista.
Las guardias me detuvieron cuando hice el amague de bajar el pequeño peldaño que me distanciaba por unos centímetros del patio.
—Identificación. Pidió una de las guardias mirándome de arriba a abajo.
—Sí —Busqué en el bolsillo del jeans desgastado la tarjeta de identificación que me asignaron. De inmediato la expuse encima de la palma una de mis manos.
La mujer negó con la cabeza.
—Novata —dijo refiriéndose a mi con una sonrisa algo despectiva. —, llévala dónde pueda verse o alguien podría confundirte y meterte en problemas. No quieres eso ¿verdad?.
Suspiré y la coloqué en la chaqueta negra abierta, en la zona del pecho derecho.
" Erika Kint Herman.
Personal de Lesbo autorizado.
Cuerpo de psicólogos."
Rezaba detrás del plastificado. La satisfacción que sintió al recibirla perduraba.
Asentí y volví mi vista a las mujeres que salían del otro extremo del edificio a tomar un poco de aire.
Algunas divagaban en círculos mirando de reojo a las que acababan de salir. Otras agrupadas no les quitaban el ojo a las primeras. Un ambiente tenso y risotadas de unas cuantas.
Mi visibilidad no era la deseada y apenas podía ver una pequeña porción del lugar.
Recosté mi espalda en una de las columnas y crucé los brazos encima de mi pecho pensando en el buen trabajo que haría en ellas.

Estaba en la enfermeria canasada, de estar siempre en el mismo lugar, asi que cogi mi tarjeta de identificación y me la coloque en el pecho derecho, para que supieran que era la enfermera del centro, y no se pensaran que era una rea. Empeze a caminar por los pasillos, en esa hora estaban desiertos, pes las reas solian estar en el patio.
Asi que me dirigi al patio para ver lo que hacian y si alguna se hacia daño pues atenderla sin pensarlo dos veces.
Llegue a la entrada del patio y vi a una chica nueva con dos guarianas - Hola! - salude con una sonrisa, dirigiendome a la chica que parecia nueva, pues no la habia visto aun por alli y ya llevaba dos semanas en esa prision.

Una voz femenina me saludaba.
Las guardianas se rehubicaron a sus puestos batiendo las porras a una rea que le hacía señas con los dedos.
—Hola. Contesté alegre de ver alguien del personal de la prisión.
Agudice la vista y leí en la identificación su nombre y la ocupación.
—Gusto en conocerte Taylor; Mi nombre es Erika y formo parte del personal de psicólogos. Es mi primer día.
Sin saber por qué un calor subió a mis mejillas sin que pudiera impedirlo. Eran nervios supuse.
Carraspeé y en un esfuerzo por mantener la compostura miré el cielo despejado. El sol amenazaba en asomarse al patio en unos diez minutos aproximados por detrás del edificio principal.
Volví la vista al lugar de recreo y pregunté sin tener contacto visual con ella:
—¿Son tan agresivas como parecen? — Refiriéndome a las mujeres que en ese momento habían clavado sus ojos en ellas.

Sonrei a la chica - Un placer Erika! - dije mientras le estechava la mano - No todas son iguales, algunas estan aqui porque se lo merecen, otras no estoy tan segura si se lo merecen o no, pero bueno, todo es concerlas - dije mirando a las chicas que había fuera.

- Estaras nerviosa! - dije con una sonrisa - Yo en mi primer dia estaba echa un flan - dije con una carcajada al recordar el primer dia que estube en ese lugar.

- Psicologa, vaya - dije - Espero no tengas problemas con las reas, si no estas segura, mejor que agas algunas sesiones con alguna guardiana, ellas te protegeran - dije señalando con la cabeza a las dos guadias que había a nuestro lado

Sí era razonable; Debería plantearme realizar las primeras sesiones con vigilancia, visto los visto no estaría segura encerrada con ellas en cuatro paredes.
—La verdad es qué estoy muy nerviosa —Dije en tono confidencial y con cierta vergüenza en mis palabras—. Es una suerte encontrarte por aquí y escuchar palabras de aliento para lo que voy a tener que sobrellevar... —aparté un mechón de cabello de la cara con un brusco movimiento y proseguí—Aunque la fama de este lugar lo pone mucho peor, hay buena seguridad y con un poco de suerte rehabilitare a alguna. Tomaré tu sugerencia en cuenta ya que ni se me había pasado por la cabeza.
Inspire y mantuve el aire en mis pulmones para luego soltarlos, en un ejercicio de relajación.
—Bien... cualquier duda o si alguien me hiere espero poder acudir a ti— Espere su respuesta mirándola a los ojos.

- Claro, esperemos pero que no lo tengas que hacer - dije con una sonirsa medio cerrando los ojos - Eso significara que todo va bien - añadi

- Y dime, que te llevo a aceptar este trabajo? -. pregutne curiosa mientras mirava a las reas que habia fuera - Salimos? - le pregunte a Erika haciendole una señal - Las guardias nos pueden acompañar - dije mientras miraba a ambas guardias que asintieron con la cabeza. Mire a Erika esperando su contestacion

Asentí —Claro.
Una de las guardias descolgó de su cinturon un manojo de llaves bastante grande que se veía a simple vista y hasta que las encontrara comentaba arduamente a la recién conocida compañera de trabajo, él por qué de mi llegada a Lesbos; Le comenté que era mi primer trabajo como psicóloga y estaba especializada en problemas del genero femenino y que me pareció buena idea ponerlo en practica en un lugar como este.
Cuando la llave se unió con la rendija de la cerradura, el mecanismo se accionó emitiendo un fuerte sonido metálico. Y, la puerta del alambrado se abrió. Las guardias entraron primero e hicieron una señal para que le siguiéramos los pasos.
Al entrar los silbidos e insultos de las reas zumbaron en mis oidos.
Las guardias aporreaban las porras de goma contra los costados de la alambrada ordenando silencio.
—Este patio es realmente enorme —dije fascinada por la amplitud del terreno cubierto de gris cemento— Y la seguridad impecable...
Sin duda era un trabajo bien hecho, las reas se atajaban al oír la amenazas de golpes contra algo que por suerte no eran sus cuerpos.

Escuche a la chica y esperando a que la guardiana abriera, depeus de un rato consigio abrir la reja, asi que entramos en el patio seguidas por dos guardianas - Si es inmenso - dije mirando el patio y mirando a la chica con una sonrisa - Tienes que tener verdadero cuidado con las reas que han cometido un delito mayor, son bastante peligrosas - dije mirando a unas cuantas - Las de delitos menores son mas normalitas - añadio - Las de delito mayor estan aqui por violacion mayoritariamente - añadi recordadno lo que me habia pasado en el gimansio. - AL principio te costara distinguirlas, pero despues te resultara facil - dije con una sonirsa mienras abanzavamos por el patio

La observaba mientras hablaba y caminaban al mismo tiempo.
En sus amables comentarios llamó mi atención puntualmente: - Tienes que tener verdadero cuidado con las reas que han cometido un delito mayor, son bastante peligrosas - y su mirada se dirigió a un grupo de reas y al enterarme de su propio labios que las que cometieron delito mayor era a causa de violaciones supe a que se refería.
—Creo... que no me será difícil acostumbrarme a esas miradas lujuriosas —esas mismas amenazaban con desnudar al menos a la enfermera y no sé molestaban en disimular. Sí, coincidía que era bella pero solamente alguien depravado podría verla de esa manera.
—Siempre me hice respetar y aquí esto no cambiará, a no ser que piense lo contrario. Nadie sabe. Me cuidaré bien, no te preocupes.
Esboce una mueca de sonrisa en mi rostro.