Toca lavado. [Libre]

Ya era hora de atreverme a ir sola al cuarto de lavado. Mi uniforme de prisión necesitaba un lavado urgente. La tela era bastante nueva; las lineas permanecían definidas y la camiseta de verano era bastante fresca.
Camine y de repente dí con la puerta doble gris, como todo en ese lugar. Me asegure de no escuchar nada al otro lado ¡Bien era la única!. Empujo la puerta con la espalda y esta se abrió para adentro.
Giré mis pies, la cadera y por último mis manos que contenían el cesto con ropa sucia.
Ninguno de los lavadoras estaba en funcionamiento. Me dirigí dando pequeños saltos hacía la más alejada de la fila pegada a la pared.
Incline mis rodillas y eche un vistazo al interior del cilindro.
Definitivamente no es como él de casa... debe ser de los primeros que salió, presumo que apenas aguantaría tres quilos de ropa—pensó mientras se sentaba en el suelo y comenzaba a separar la ropa y darla vuelta. Pero fue cuando la adrenalina corrió por el cuerpo al percatarse; ¡La media rosa! No, no estaba no la encontraba.
—¡La media rosa de Mimi! ¿¡Dónde diablos está!?.
Zamarreé la ropa una y otra vez pero no estaba por ninguna parte ¿Sé le habría caído en el camino? ¡No! No quería ni pensarlo. Cerró los ojos muy fuerte y subió sus manos a los costados de la cabeza y negó como cinco veces antes de abrir los ojos y bajar la mirada, SE encontró con esos absurdos calcetines grisáceos absurdos y aburridos. Mis ojos se llenaron de lágrimas y cuando lo advertí ya recorrían lineas en las mejillas.
—¡Aparece por favor!. Susurré.